domingo, 25 de octubre de 2009

La biblioteca del futuro

Tradicionalmente, las bibliotecas han sido vistas sólo como un lugar donde se almacenan libros para que la gente los consulte. A los bibliotecarios, por su parte, el tópico los retrata como personas grises y metódicas que simplemente proporcionan el libro que el usuario les pide.

En este sentido, resulta simpático comprobar como en un programa tan popular como Barrio Sésamo se reafirman estas ideas:


En el video vemos cómo el bibliotecario dice que en la biblioteca sólo se pueden conseguir libros, pero ¿por qué no puede tener también galletas o leche? Si el usuario lo demanda, ¿por qué no proporcionárselo?

En la actualidad, las bibliotecas no son sólo un espacio para la consulta de información, sino que cada vez más se piensa en ellas como en un lugar de intercambio de ideas y comunicación. Las nuevas tecnologías hacen que el modelo representado en Barrio Sésamo quede obsoleto.

El siguiente video nos presenta una reflexión sobre lo que puede ser la biblioteca del futuro en el Reino Unido, pero que puede ser extrapolable al resto de países de nuestro entorno:


Según dice un testimonio en el video, en la actualidad para realizar una investigación se empieza buscando en Google, para luego continuar con una búsqueda más específica también centrada en Internet y acabar en la consulta de libros y otras publicaciones. La biblioteca como simple depósito de libros queda relegada, de esta forma, a último eslabón de una cadena de búsqueda de información.

Pero Internet no es sólo una herramienta de búsqueda, sino también de participación. El propio usuario contribuye a crear la información que fluye en la red. Esta información es fruto de los procesos comunicativos que se dan entre los usuarios, por lo que el diálogo y la puesta en común de ideas se convierten en elementos clave en la construcción del conocimiento.

Si concebimos las bibliotecas como unos lugares de acceso libre y democrático a la información, debemos tener en cuenta estas nuevas formas de comunicación que han surgido. De este modo, las bibliotecas deben convertirse en espacios para el libre intercambio de ideas y conocimientos. Tienen que abandonar su imagen de lugares frios y serios, para convertirse en sitios en los que pasan cosas, donde la gente conversa, trabaja, se divierte, juega... y donde hay espacios para escuchar música, ver cine, tomar café y ... ¡comer galletas!

El usuario es el auténtico protagonista de esta nueva biblioteca, puesto que son sus necesidades las que son satisfechas y no al contrario. La interactividad, el diálogo, la sensación de comunidad que proporciona un espacio de las características arriba descritas ayuda a potenciar a la propia institución, que pasa a ser vista como una entidad enriquecedora de los valores democráticos.

Aunque pueda parecer lo contrario, el papel del bibliotecario no desaparece en este nuevo concepto de biblioteca, ya que él es el encargado de organizar la información, de catalogarla, de ponerla a disposición de los usuarios, de organizar actividades, proponer temas de debate, animar a la participación ciudadana...

El futuro de las bibliotecas, que en un principio podía ser considerado pesimista debido al auge de lo digital, se transforma ahora en una serie de posibilidades de comunicación entre los usuarios. La biblioteca se convierte, pues, en un espacio multidisciplinario, abierto, transparente y dinamizador de las distintas propuestas culturales de la zona en la que se encuentre. Un lugar al que, desde luego, apetece acudir.

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